Huellas que se ven y se sienten

Por: Frances Vega Álvarez

Manuel Cordero Vargas, mi entrevistado, nació el 30 de abril de 1963, natural del pueblo de Yauco. Actualmente cuenta con 46 años de edad. Cordero Vargas, quien es agrónomo en el pueblo de Jayuya, posee gran conocimiento acerca de los caballos de paso fino puros puertorriqueños. Sin duda alguna, utiliza argumentos basados en su propia experiencia y conocimiento para desarrollar y exponer abiertamente este tema. Primero que nada, cabe decir que Manuel cuenta con una familia de caballos de paso fino puros de Puerto Rico. De esta familia de caballos, tuve la oportunidad de relacionarme con “Bruja amada”, ganadora de varias competencias. Esta yegua tiene unas características altamente significativas que la hacen una yegua de competencia debido a su genealogía.

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Según Manuel Cordero el desarrollo de la raza de caballos de paso fino dio comienzo para el año 1500 y sigue evolucionando hasta el presente. De los primeros caballos traídos a Puerto Rico, da origen la raza de paso fino. El primer ganado vacuno y caballar lo importo a Puerto Rico desde la Española Juan Ponce de León en el 1509. Estos venían de Andalucía y eran descendientes del berberisco. Además de yeguas que fueron traídas desde Sevilla y con el alzamiento de los indios en la conquista de 1511 Cristóbal Sotomayor trajo más yeguas y caballos. En 1515 Puerto Rico exportaba caballos para ser utilizados por Pizarro en las conquistas, lo que demuestra la evolución del caballo en América. Inicialmente se usó el caballo para carga y transporte y no fue hasta el siglo 18 que se utilizó en fiestas patronales.

Cordero menciona, que por nuestro clima, medio ambiente y la selección que hacían nuestros criadores se va desarrollando un caballo típicamente criollo, con un paso corto, natural y de andar cómodo. Durante el cambio de soberanía, el caballo desempañaba un papel importante en la economía del país, transportación de pasajeros, labores de la finca y la ciudad y por ende su crianza se convirtió en una labor lucrativa.
Manuel nos cuenta que su interés por los caballos dio comienzo a partir de su adolescencia, ya que trabajaba en la alimentación, limpieza y mantenimiento en un potrero localizado en Yauco, su pueblo de origen. Ya adulto y luego de graduarse como agrónomo del Colegio Universitario de Mayagüez, decide residir en el pueblo de Jayuya. Al trasladarse a este pueblo trajo consigo una yegua, con la cual comienza en este deporte. Con gran entusiasmo por estos caballos, Cordero se inscribe como socio en varias asociaciones y federaciones de este magnífico deporte.

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A través de estas entidades aprende a conocer las diferencias y similitudes de estos caballos, ya que entre el caballo colombiano y el puertorriqueño existen varias características que los distinguen. Podemos mencionar que el caballo puertorriqueño camina en cuatro tiempos laterales, manteniendo ritmo y cadencia. En cambio, el colombiano es de paso diagonal, punteado y no recoge el anca, pero lo más importante es que pertenece a otra cultura. Manuel comenta que a partir de la entrada del caballo colombiano a la isla, comienza una de las problemáticas del caballo de paso fino. Nos informa, que nuestra raza se ha ido perdiendo, debido a los cruces de sangre que se han hecho con este caballo y con los mismos nuestros, que el nuestro ha ido perdiendo tamaño, finura, brío, entre muchas más. Por eso y otras razones no menos importantes, Cordero Vargas hace hincapié en que nosotros como puertorriqueños debemos mantener y conservar lo autóctono, ya que es un orgullo para nosotros poder tener y mantener grandiosos ejemplares.

Cabe señalar que es sumamente importante indicar que el mantenimiento de los caballos de paso fino conlleva un valor monetario muy significativo, ya que su manutención, su cuidado y su entrenamiento son altamente costosos. Toda persona que posea estos ejemplares debe brindarles a sus caballos los cuidados antes mencionados, porque al ser este un caballo de competencia, estos detalles son básicos en la evaluación del ejemplar para la participación de este. Otros datos importantes para la descalificación del caballo de paso fino en una competencia, lo es el desplazamiento de los cuatro tiempos en la tabla de resonancia, ya que a través de esta, los jueces escuchan con claridad y deducen si el caballo logra ir al ritmo en los cuatro tiempos. Manuel comentó que su yegua, “Bruja Amada” había participado en varias competencias, entre ellas la de Bellas Formas. Para esta y otras competencias se requieren varios requisitos, como por ejemplo, las características del cuerpo. Estas son esenciales para conseguir el triunfo. Se requiere que tenga excelentes medidas y se necesita que el caballo esté gordo y fuerte y en buena constitución física. Se mide la fluidez del caballo en la competencia y lo más importante es que el DNA del caballo este registrado. El caballo debe sentirse cómodo con su jinete y por eso, es necesario que éste, esté presente durante el entrenamiento para que el caballo lo reconozca mediante su instinto y responda mejor a las instrucciones que se den durante la competencia.

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Para concluir podemos deducir que el deporte de los caballos de paso fino es uno de los pocos deportes autóctonos de Puerto Rico, donde la historia y la cultura se entrelazan para lograr preservar el disfrute del mismo, que conlleva la participación de las diferentes entidades y agencias del país. Además es un deporte donde la familia, la principal base de la sociedad, participa y crea una ambiente de sana convivencia. Debemos tomar en cuenta que sería muy negativo que de estos pocos deportes dejáramos perder la esencia, ya que muchos de estos logran que nuestra cultura siga prevaleciendo en futuras generaciones, y que siempre exista un Sr. Manuel Cordero Vargas, que narre con tanto entusiasmo su amor y dedicación por este deporte.

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