El Café Como Símbolo de Nuestra Identidad

Por: Antonio Rosario Sánchez

La industria cafetalera en Puerto Rico fue una de las industrias más importantes en nuestra historia y cultura. Durante siglos, Puerto Rico, fue un productor de café a nivel mundial. Las grandes siembras de café se encontraban y actualmente se encuentran en el centro de la isla. La forma de cultivar el café atravesó cambios a través de su historia. Uno de los cambios más significativos fue el cambio de sembrado a sombra, a café sembrado al sol.

Para conocer sobre este cambio y cómo afectó a los caficultores y a los cultivos de café, entrevisté a Héctor Adames Torres, un caficultor residente en el barrio Ángeles de Utuado. El señor Adames comenzó en la industria del café en 1940, cuando a sus nueve años de edad comenzó a recoger café en la plantación de su padre. Desde esta edad desarrolló un gran amor por la tierra y la agricultura. Esta ha sido gran parte de su vida, ya que su padre fue agricultor durante toda su vida al igual que él y le enseñó todo lo relacionado con el cultivo del café. Recuerda que cuando sus hermanos y él salían de la escuela iban a recoger café en la plantación de su padre.

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Para la década de los años 1950 ya era dueño de tierras para el cultivo de café. En Puerto Rico, éste se sembraba a la sombra, pero ya para el 1970 el Gobierno de Puerto Rico comenzó a experimentar con la siembra de café al sol. En ese mismo año el gobierno implementó el cambio a café de sol, para aumentar la producción de café en la Isla. Este cambio no fue obligatorio, incluso, muchos agricultores, incluyéndolo a él, continuaron sembrando el café a la sombra. No obstante, otros agricultores comenzaron a moverse hacia la siembra de café al sol, porque el gobierno les daba incentivos a los agricultores que así lo hicieran. El Departamento de Agricultura de Puerto Rico les daba a los agricultores por cada quintal de café que produjeran al sol, dos quintales de abono, también le proveían yerbicidas. Las personas que no sembraran café al sol no recibían las ayudas del gobierno.
Adames comenzó a sembrar café al sol en 1981, porque la industria del café en Puerto Rico ya no era sobre la calidad, sino sobre la producción. El gobierno lo que buscaba era mayor producción, aunque esto significara sacrificar un poco la calidad. Hasta el día de hoy todavía el señor Adames siembra café al sol.

Desde el principio se notó la diferencia entre el café a la sombra y el café al sol. La producción de café al sol tiene sus beneficios y sus desventajas. Sus ventajas son que la producción del arbusto de café es mayor, además caben más arbustos por cuerda de terreno, ya que no hay que dedicar espacio para los árboles de sombra. Pero, por otro lado, sus más grandes desventajas son que el café que produce es de una calidad inferior, el terreno necesita abonarse por lo menos de dos a tres veces al año y las plantaciones al sol producen mucha yerba alrededor de la planta y por tanto también necesitan mucho yerbicida y más mano de obra.

El señor Adames considera que el cambio a café de sol hizo que el café de Puerto Rico perdiera su calidad, calidad que era reconocida a nivel mundial. El cambio también los afectó debido a que en las plantaciones a la sombra se podía diversificar la cosecha. Por ejemplo: se podían sembrar matas de plátanos que le proveyeran sombra al arbusto de café y que a la vez producían plátanos. En cierto sentido los agricultores cuando cambiaron a café de sol se vieron obligados a sembrar sólo café, ya que el sembrado al sol no se puede sembrar en el terreno otras plantas.

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Según el señor Adames, la industria cafetalera atraviesa serios problemas. Algunos de ellos son la falta de mano de obra, la mala fiscalización del gobierno a las ayudas que les da a los agricultores y que la agricultura es una aérea a la que el gobierno ha dejado de brindar la importancia requerida. Él no tiene problema con la mano de obra, ya que tiene buenos obreros que llevan muchos años trabajando para él. Pero muchos agricultores en Puerto Rico sí tienen problemas encontrando mano de obra y esto se debe a que la gente sencillamente ya no quiere trabajar en las tierras. Alegó que la cultura de trabajar las tierras del puertorriqueño se ha perdido.

La mala fiscalización de las ayudas gubernamentales es otro problema, ya que el gobierno para incentivar a las personas a que cultiven las tierras les brinda ayudas y le paga la mitad de la nómina a los agricultores o sea que le rembolsa al agricultor la mitad de lo que éste le paga a sus obreros. Dice que conoce de casos de agricultores que ponen en la nómina que un obrero trabajo más tiempo del que en realidad trabajó para que el gobierno les dé más dinero. Esto hace que el Estado gaste un dinero que nunca llega a las plantaciones de café. Aunque la mayoría de los agricultores son honestos, hay algunas personas inescrupulosas que cometen fraude y si el estado fiscalizara estas ayudas podría identificar a estas personas y utilizar este dinero para obras que realmente ayuden a la industria cafetalera.

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La agricultura en Puerto Rico en general, no sólo en el café, parece estar destinada a desaparecer. Si esto llegara a suceder, habremos perdido parte de nuestra identidad puertorriqueña, ya que gran parte de la misma proviene de aquellos campesinos que cultivaban la tierra. El cultivo de café fue un día símbolo de nuestra identidad. Él me comenta que antes la mayoría de la gente y hasta familias completas trabajaba en las tierras. La agricultura es una forma digna de ganarse la vida y de contribuir a su país. La labor de agricultor es una de la más importante, que es satisfacer una de las necesidades más básicas de ser humano, la alimentación. En Puerto Rico se debe impulsar la industria cafetalera para poder satisfacer parte de nuestra demanda por este producto y no tener que depender tanto de la importación del mismo. Debemos preservar esta industria no sólo por su aportación económica, sino también por su gran valor histórico y cultural para nuestro pueblo, que tanta gloria le dio a este país y que un día fue motivo de orgullo nacional.

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