En la tierra del gigante dormido prosperó un humilde agricultor

Por: Keishla Janice Pagán Vera

Durante un mes estuve preguntándome: ¿Dónde podría conseguir un agricultor de 80 años o más, en mi bello pueblo de Adjuntas? Estuve haciendo búsqueda por todos los medios posibles desde el internet, llamadas telefónicas, negocios y hasta en Casa Pueblo en Adjuntas. En algunos lugares me dieron nombres, datos telefónicos y alguna otra información. Encontré que había varios con la descripción pedida por la Dra. Sandra Enríquez, pero poco a poco éstos fueron descartados en mi lista ya que no estaban en disposición para poderles hacer la entrevista. Algunos cambiaron su número de teléfono mientras que a otros se desconocía su paradero. Difícil fue la tarea pero todavía quedaba en mí la esperanza de encontrar uno. Mi carro se averió por varias semanas y el día que fui a recogerlo al mecánico sucedió lo inesperado, di con mi agricultor. Le pregunté al mecánico y a su esposa amablemente que si tenía conocimiento de algún agricultor al que podía entrevistar y que tuviese 80 años o más. Me dijeron: “Sí, nosotros conocemos uno que se llama Don José y él fue agricultor y creo que tiene noventa y tanto años, son gente buena de la iglesia y tu mamá los conoce, viven cerca de ti”. Yo sin poder creerlo dije: “¿Él vive en Vegas Abajo?” Y ellos me contestaron: “Sí, y bien cerquita de ti.” ¡Bingo!

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El viernes 26 de octubre de 2012 a las 6:00 pm., me dirigí hacia la casa de Don José y Marita su esposa. Recuerdo que estaba un poco nerviosa ya que era mi segunda experiencia entrevistando a alguien, la primera fue a un alcalde de Hatillo. Toqué la bocina en los portones de la residencia y un señor de estatura baja, pelo blanco y ojos claros me abrió los portones de su hogar con una gran sonrisa. Don José estaba esperando por mí ya que mi madre les había hecho el comentario ese mismo día temprano de que le realizaría una entrevista sobre su experiencia en la agricultura. Mientras habría los portones le dije: “¡Buenas noches! ¿Es usted Don José? ¿Le dijo mi mamá que vengo a hacerle una entrevista?” A lo que él me contestó muy amable: “Si mija, tu mamá me dijo temprano, ¡Pasa, pasa por aquí!” En la mesa del comedor comenzamos lo que para don José fue como un “flashback” de su vida. Don José contó que entre los 15-20 años de edad trabajó en la Central de Pellejas con la caña de azúcar. Me emocioné mucho ya que yo residí durante toda mi infancia y adolescencia en Pellejas. Luego comenzó a recordar y a contarme toda su historia.

Cuenta don José que se enlistó en el ejército a los 21 o 22 años de edad aproximadamente. Y que fue a su regreso del ejército, no recuerda bien si fue en el año 1945 o 1946, que comenzó con la labor de agricultor. Don José dijo que al casarse con Doña Marita ella poseía un pedazo de tierra y él le expresó su interés por dedicarse a trabajarla y echarla hacia adelante. Esa “finquita” como don José la llamaba fue la que despertó en él su amor por la agricultura. Durante la entrevista me contó que como él no tenía preparación académica, comenzó a dedicarse de lleno a la siembra de café y frutos menores como el guineo y plátano.

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Mi entrevistado trabajó en la agricultura desde el año 1945 hasta 1990. Su abuelo y su padre hacían esta labor pero no como oficio a tiempo completo sino por necesidad y también por placer. Cuando le pregunté si conocía la técnica de ahoyados de minas me contestó que se usó mucho. Esta técnica era utilizada mayormente para la caña y el café. Se usaba porque se hacían esos hoyos alrededor y en unos se sembraban y otros se dejaban al descubierto para que recogiera los desperdicios de las plantas como las hojas y se utilizaba como estiércol o composta porque para aquella época no existía lo que hoy conocemos como el abono. Al preguntar por la técnica de montones me dijo claramente que no la trabajó pero si la conocía. Me dijo que vio cuando la trabajaban y la usaban para el ñame, también sembraban mucho la batata y apio, es decir, raíces. Él me explicó que esta técnica era de la siguiente manera: en la parte superior donde estaba el arbusto de café se hacía una media luna, ya para esta época existía el abono. Se depositaban en la media luna las hojas y desperdicios para que se hiciera estiércol. Don José sembró fueron café, chinas, guineos y plátanos. Sobre la mezcla de productos, señaló: “Se sembraba de forma intercalada. Intercalada quiere decir, por ejemplo, se siembra el café y en los huecos se siembra el guineo. Los árboles de chinas van todos juntos”. Cuando le pregunté por qué trabajó en la agricultura no dudó en decir que lo hacía porque le gustaba, además expresó que con lo que cultivaba sostenía su familia ya que él y su esposa tenían 11 hijos que alimentar.

Al preguntarle sobre consejos o secretos que él utilizó y que le dieron una buena cosecha dijo: “Se siembra en menguante. Se usaban las fases de la luna. El arbusto no crece mucho en tamaño pero da frutos cuando se siembra en menguante. También se sembraba porque no hay muchos insectos durante esos meses”. Comentó que casi siempre se sembraba durante los meses de diciembre a abril, y de agosto a octubre no siembra porque comienza el otoño. José Antonio, “don José”, como se le conoce cariñosamente dijo que llegó a usar abono y fertilizantes, pero que al principio no los utilizaba porque no existían en aquella época. También expresó que utilizó la composta, a esto se refirió: “De lo que caía en la finca, sobre todo la cáscara del café que se cogía y se echaba en cantos en el hoyo”. Cuando le pregunté si conocía otras técnicas de cultivo me respondió: “No recuerdo”. Dijo: “Yo era un agricultor pobre, de pocos obreros”. Me contó de como se elaboraba el café para aquel entonces. Era un proceso largo y arduo que me dejó intrigada y deseosa de conocer más. No había concluido la entrevista y como quedé fascinada opté por visitarlo nuevamente para poder finalmente ponerle un título a la misma.

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